9 de junio de 2011

Quiero inventar el mundo.

Hay momentos en los que el tiempo parece detenerse. Se le va el color a las cosas, el sonido. En un instante todo queda mudo, hasta puedo sentir que se apagan los sentimientos. Ocurre en pocos segundos, pero al mismo tiempo parece una eternidad.
Es como si todo fuese quedando atrás, es como ir perdiendose uno mismo, como perderse en un vacío. Es algo sin explicación, algo que aparece de la nada.
Para mi, que lo siento, es interminable. Pero ¿cómo se siente desde afuera? ¿el tiempo deja de correr al igual que para mi? ¿pueden otros sentir aquello que yo siento? ¿pueden sentir la nada misma?
Todo depende. Depende del punto de vista que tenga la persona que esta afuera observando. Un observador puede notar cosas que otro no y viceversa. Mirandolo de esta manera, podríamos decir que no hay nada que sea relativo o absoluto, sino que depende de la interpretación de cada persona.
¿Cómo se puede estar absolutamente seguro de algo si todo el tiempo hay cosas que relativizan todo? ¿Uno deja de ser bueno cuando hace algo malo? ¿Existe el malo absoluto, el bueno absoluto? Cuando crees una verdad absoluta no hay lugar para las contradicciones.
Si todo es relativo no hay nada malo, no hay nada bueno, no hay nada feo, no hay nada hermoso.
Por mi parte, yo creo que no todo es relativo, hay cosas que son absolutas. Esas cosas son las que le dan sentido a nuestra vida. Si todo es relativo, entonces no habría nada en que creer, no habría nada que admirar, no habría nada por lo que luchar. ¿Cómo se puede vivir así? ¿Cómo se vive sin algo en que creer? No se puede.
Lo absoluto cumple esa función, nos permite aferrarnos a algo. La vida es un laberinto de cosas relativas pero cada tanto nos encontramos con algo absoluto. Yo elijo aferrarme a ello, yo elijo seguir adelante.

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